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DEGENERACIÓN DISCAL

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¿De qué se trata?

 

Consiste en la degeneración del núcleo pulposo del disco intervertebral, que pierde grosor y densidad.

 

La artrosis vertebral se produce por el normal desgaste del disco intervertebral. En la juventud, es espeso y de consistencia gelatinosa. A medida que transcurren los años, pierde grosor y varía su consistencia. A partir de los 30 años es normal que la radiología muestre signos iniciales de artrosis vertebral a algún nivel de la columna. De hecho, los ancianos sanos suelen perder estatura porque al perder grosor sus discos, se aproximan las vértebras.
Si una persona, con sus hábitos, o esfuerzos, hace que un segmento de su columna soporte a menudo mucha carga, puede acelerar el desgaste del disco intervertebral correspondiente.

Estudios recientes han demostrado que:

 

El sobrepeso corporal no acelera la degeneración discal. Por el contrario, un aumento progresivo del peso corporal de hasta 12 kg, retrasa la degeneración, aunque se desconoce el efecto cuando el sobrepeso es mayor. En un individuo sano, el sobrepeso moderado y el ejercicio protegen frente a la degeneración discal. En discos previamente degenerados, la carga excesiva puede acelerar el proceso degenerativo.

El tabaquismo tiene un efecto negativo, aunque mínimo, sobre la degeneración discal, explicando el 2% de la degeneración del disco.

Trabajar con cargas pesadas también tiene un efecto mínimo sobre la degeneración, justificando el 7% de la misma en discos previamente degenerados, no encontrándose este efecto en discos sanos. Por otro lado, tener mayor capacidad para levantar cargas, es decir, tener más fuerza para soportarlas, retrasa la degeneración discal.

El principal determinante de la degeneración discal es la carga genética, que explica el 61% del grado de degeneración de los discos.

 

Síntomas

 

En contra de lo que se creía antiguamente, actualmente se sabe que no causa dolor.

Tal vez, la disminución de la capacidad de amortiguación podría facilitar el desencadenamiento del mecanismo neurológico que puede desencadenar el dolor, especialmente por cuanto que conlleva que la musculatura tenga que hacer un trabajo progresivamente mayor a medida que el disco se va desgastando, pero los estudios realizados demuestran que no existe ningúna correlación entre el grado de desgaste del disco intervertebral y la existencia o no de dolor; cuanto mayor sea el desarrollo muscular, menos directa es esa relación.

 

Riesgos

 

Cuando el disco está muy desgastado y amortigua mal el peso, el exceso de carga que transmite al hueso hace que éste pueda deformarse, formando un “puente” con la vértebra inferior: es el denominado “osteofito”. Aunque no suele plantear problemas ni causar dolores, a veces puede comprimir un nervio. En este caso, sí puede provocar dolores o pérdida de fuerza, y puede ser necesario operarlo.

 

Indicaciones

 

En casos de degeneración discal, se recomienda no operar salvo en circunstancias excepcionales, que incluyen el que no estén disponibles en el entorno geográfico concreto otras técnicas no quirúrgicas que han demostrado ser eficaces. En esos casos, se plantea la artrodesis (preferiblemente no instrumentada).

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